¿CUÁNDO UNA EDIFICACIÓN SE CONSIDERA VULNERABLE O SEGURA EN UNA ZONA DE AMENAZA SÍSMICA?
Iniciemos con el concepto que motiva este tema, definiendo lo que se entiende por vulnerabilidad sísmica de una estructura, grupo de estructuras o de una zona urbana, como su predisposición natural a sufrir daño ante la ocurrencia de un terremoto, la cual de acuerdo con Barbat (1998), está directamente asociada con sus características físicas y estructurales de diseño.
Sin embargo, la realidad nos ha enseñado que la actividad sísmica de nuestra isla seguirá produciendo terremotos, manteniendo así la amenaza a la que están expuestas las estructuras existentes, lo que nos indica claramente, que si queremos reducir el riesgo sísmico, el único camino que nos queda es concentrarnos en su intervención directa para eliminar dicha vulnerabilidad.
En nuestro país, encontramos tres períodos importantes que lo han desarrollado hasta convertirlo en lo que tenemos hoy, no obstante, el conocimiento y comprensión de la importancia de estos fenómenos que pueden afectar nuestro patrimonio nos muestran su vulnerabilidad.
Podemos presentar así esta realidad que nos da la oportunidad de conocer nuestro nivel de riesgo presente en nuestra masa edificada, de una forma muy esclarecedora.
Si iniciamos en el período 1930-1980, encontraremos una masa edificada con un alto nivel vulnerable ante los terremotos, dado que hasta ese momento carecíamos de reglamento sísmico, y aquellos profesionales que lo tomaban en cuenta en sus cálculos estructurales, no disponían del nivel de detalles en los elementos estructurales que se requieren hoy.
Nuestro segundo período es el que corresponde a la masa edificada entre 1980-2011, fruto del surgimiento del primer reglamento sísmico, denominado Recomendaciones Provisionales, en 1979, con la limitante de que el MOPC, no requería su aplicación a edificaciones menores de cuatro pisos, creando así otro gran volumen de edificaciones vulnerables.
Por último, luego de la ocurrencia de terremotos devastadores tales como el de México, Haití, Japón, Chile y Nueva Zelanda, entre otros no menos importantes, surge en 2011 la publicación del reglamento R-001, que define y reacomoda las reglas de juego en esta área y trae consigo la construcción de edificaciones más seguras ante los terremotos.
Este breve y a nuestro entender necesario recuento, nos da la oportunidad de mostrar una realidad poco atendida durante 75 años de nuestro último terremoto importante, el 4 de agosto de 1946, cuya magnitud alcanzó a 8.1. Oportunidad de repetir una vez más la expresión: “Aún tenemos tiempo”, repetida por tantos años y arrastrando la pena de la conciencia de lo que podemos mitigar y no hemos sido capaces de empezar.
La prevención es el arte, es la magia de la resiliencia, sin esta las ciudades terminan gravemente dañadas y les resultaría muy difícil su recuperación. De ahí la importancia de conocer nuestras vulnerabilidades a nivel nacional, con miras a conocer cuál es el nivel de riesgo esperado a la hora de un terremoto.
Generalmente en todas nuestras ciudades, hemos sido capaces de reconocer nuestros riesgos, como lo son, por ejemplo, las zonas de inundaciones y deslizamientos, entre otras.
Pero hay otro tipo de zonas cuya vulnerabilidad crece en la medida que nuestras construcciones carecen de las herramientas necesarias para poder sobrevivir a un terremoto, es decir, en la medida que la informalidad toma su espacio y esas viviendas carecen del menor criterio de seguridad y calidad de materiales para mantener a salvo la vida de sus habitantes. Me refiero a nuestros barrios marginales que adornan nuestras lomas en prácticamente todo el territorio nacional.
De ahí la importancia de tener reglamentos de construcción actualizados, así como la creación de manuales de buena práctica que enseñen a las personas que viven de la informalidad, a construir con criterios de seguridad. Esto es preferible, conociendo la idiosincrasia nuestra, que dejarlos seguir construyendo cada día más vulnerabilidades.
Basta con hacer referencia a un estudio relativamente reciente de la Oficina Nacional de Estadística donde se determinó que, en la mayoría de las provincias del país,
se cuenta con una mayor cantidad de constructores informales que especialistas de la ingeniería civil y la arquitectura, lo que refleja definitivamente la cantidad de edificaciones vulnerables a las que nos estamos refiriendo.
Una edificación que no está preparada para resistir las fuerzas de un terremoto, entre otras acciones, se considera vulnerable. Por otra parte, se considera segura si ha sido analizada y diseñada conceptualmente para sobrevivir a las fuerzas que estos producen, sin sufrir daños que la hagan irreparable.
¿Cómo podemos identificar cuándo mi vivienda y/o edificio es seguro o requiere algún tipo de estudio que nos ayude a determinar su nivel de seguridad?
En principio, este ha sido el gran dolor de cabeza de los investigadores en los países que cuentan con las tres amenazas consideradas fundamentales y que son las que aportan las pérdidas irreparables de vidas y propiedades: Huracanes, Deslizamientos y Terremotos. Son estos los actores que pueden convertir en añicos nuestras ciudades, sobre todo los terremotos que, al ser impredecibles, desbordan un nivel de violencia tal que en solo segundos pueden destruir nuestras ciudades, (Caso de Haití).
Con miras a prevenir estos efectos devastadores, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) desarrolló un método llamado “Rapid Visual Screening” (RVS), publicado en el documento (FEMA P-154) que nosotros hemos adecuado a nuestras edificaciones, para determinar si tienen algunos aspectos vulnerables visibles que nos puedan advertir sobre la necesidad o no de realizar un estudio más profundo para comprobarlo.
Sin necesidad de entrar a la edificación, solo auxiliado con un formulario que contiene una serie de preguntas aplicables en no más de media hora, podemos tener un diagnóstico preliminar, casi instantáneo, del estado de seguridad o vulnerabilidad de la edificación en estudio.
El referido documento, fue publicado en 1988, hasta el 2002 y fue utilizado para evaluar más de 70,000 estructuras en los EE. UU. Este manual presenta un método para identificar rápidamente, realizar inventario e identificar edificios que presentan riesgo de muerte, lesión, o que tendrán limitación en el uso después de un terremoto.
Utilizando un sistema de puntuación basado en el tipo de estructura, esta evaluación nos permite identificar:
• Edificios existentes que fueron diseñados y construidos antes de la utilización de códigos de construcción para sismos.
Autor: Construmedia