ARQUITECTO CRISTÓBAL VALDEZ
“Miro atrás y me siento orgulloso de la familia que tengo y de todo lo que he hecho como profesional”.
El arquitecto Cristóbal Valdez creó un sistema para que se lleve a cabo una correcta aprobación de planos por parte de las autoridades competentes. Esta iniciativa de gran valor, que mejora la calidad de vida de los ciudadanos de Santo Domingo, es la que se utiliza desde hace 45 años, y es tan solo uno de los grandes aportes del también catedrático, con maestría en Diseño Urbano y Planificación; autor y fundador de la firma de diseño arquitectónico y urbano Cristóbal Valdez y Asociados.
Cuando se me propuso entrevistar a Cristóbal Valdez no lo pensé dos veces para aceptar, pues no se trata de cualquier arquitecto. Desde el inicio de la conversación pude darme cuenta de que Valdez me recibió vestido de sencillez, dispuesto a recorrer memorables años de su vida personal y profesional. En las próximas líneas conoceremos su trayectoria y cómo llega a crear una de las firmas de diseño arquitectónico y urbano más prestigiosas de República Dominicana.
Cristóbal Fernando Valdez Gómez nació el 29 de mayo del año 1947 “en la culta y olímpica ciudad de La Vega”. Sus padres fueron Dolores Gómez Yangüela, maestra de primaria, oriunda de dicha ciudad; y Rafael Valdez Hilario, maestro en la Escuela Nacional de Artes y Oficios, y pelotero, nacido en Santiago de los Caballeros.
Su padre, Valdez Hilario, jugó con los equipos dominicanos de béisbol Escogido y Estrellas Orientales, donde logró destacar por su estilo único al pisar el campo de béisbol, tanto así, que fue exaltado en el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano. “A mi papá, que era parte de una familia de Santiago muy correcta, le decían en el béisbol “el Caballero Rojo”, cuando jugaba con el Escogido”, cuenta Cristóbal, quien a los cinco años de edad se mudó a la calle José Gabriel García, en la Ciudad Colonial, junto a sus padres y sus hermanos Jorge Rafael y José Rolando.
Él describe su niñez como una muy agradable, y asegura que junto a sus hermanos era un niño muy tranquilo, salvo algunas ocasiones en las que se peleaban unos con otros; así confesó, entre risas, que cuando esto sucedía, su madre les daba una “pela” a los tres, nunca a uno solo.
Se le puso la piel de gallina al preguntarle qué le debe a sus padres como persona y profesional, y claro, la emotividad en sus palabras no se hizo esperar: “Le debo a mis padres lo más importante: la ética, la seriedad y el deseo de ayudar a los demás sin ver a quién”.
De aquellos años recuerda, además, que al final de la Era de Trujillo, vivieron una época muy difícil, puesto que la familia de su madre era contraria al régimen. Dos años antes del ajusticiamiento de Trujillo, uno de sus tíos, que era secretario general del Seguro Social, lo apresaron, y despidieron a su padre quien también laboraba en dicha institución. Su madre, que era maestra en una escuela pública, también fue despedida; tiempo después, sacerdotes salesianos, la contrataron como profesora, convirtiéndose en la primera mujer en realizar esta labor en el colegio Don Bosco.
Entre los recuerdos de infancia también hay otros muy bonitos y especiales, como cuando jugaba pelota. “Como mi papá era pelotero, él tenía la posibilidad de llevarnos al Oratorio Don Bosco; allí, mis hermanos y yo formábamos parte de equipos de pequeñas ligas. Él se encargaba de llevarnos y traernos, y esa fue una época muy bonita”.
UNA GRAN OPORTUNIDAD DE ESTUDIOS LLEGA A SUS MANOS
Aunque después de su llegada a Santo Domingo, Cristóbal cambió varias veces de domicilio junto a su familia, recuerda con seguridad que él y sus hermanos estudiaron en el Colegio San Juan Bosco, desde tercero de primaria hasta cuarto de bachillerato.
En marzo de 1965, al terminar la secundaria, inició sus estudios de Arquitectura en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Una época política y social muy difícil para el país, puesto que un mes después inició la Revolución del 65, lo que trajo como consecuencia el cierre indefinido de esta institución de enseñanza superior.
En esa misma época formaba parte de un grupo juvenil católico, con una relación bastante cercana con los jesuitas, y aunque con el cierre de la UASD se ve obligado a poner en pausa sus estudios, no tardó mucho en llegar una propuesta que le cambiaría la vida, pues a finales de agosto de ese mismo año, un cura que daba asistencia al grupo, fue a su casa y le preguntó a su mamá si no había problemas en que le dieran una beca para ir a estudiar a España, “lo único que tenía que conseguir eran los 500 pesos que costaba el pasaje. En ese tiempo y en las condiciones que estaba la familia era mucho dinero. “Yo lo consigo”, respondió su madre, quien prácticamente hizo malabares para hacerlo.
Luego de finalizar sus estudios en la Universidad Central de Madrid, España, regresa a Santo Domingo y decide retomar sus estudios en la universidad primada de América, pero el desencanto no tardó en decir presente. Luego de terminar los dos semestres básicos, las autoridades deciden aumentar uno más, “entonces fui a mi casa y le dije a mi papá que ya no podía más con esa situación, que me iba a trabajar con él, o haría otro trabajo”.
Hoy recuerda ese momento y no puede evitar la risa, pues su padre, lejos de apoyar su decisión, le dijo: “¿Qué usted se cree?, usted tiene que estudiar, es más, déjeme decirle que tengo un amigo que es el decano de la Facultad de Arquitectura de una universidad nueva”; se refería a la Universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU). Cristóbal le respondió que no iría, pero en realidad su padre no le estaba preguntando si quería ir o no, pues la decisión ya estaba tomada. Así fue como inicia sus estudios en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña en el año 1967, graduándose summa cum laude en el año 1971.
En ese mismo año inició una maestría en Diseño Urbano y Planificación en la Universidad Kent State University, Kent, Ohio, Estados Unidos, gracias a una beca Fulbright que se ganó. Dicha maestría la finalizó en el año 1973.
Entre sus buenas anécdotas de universitario, recuerda con felicidad la vez que, ya estando en la UNPHU junto a sus compañeros y otro grupo de dominicanos que también estudiaron en España, planificaron un viaje a Europa.
“Hicimos todos los esfuerzos posibles para irnos (el curso con los profesores) para Europa. Fuimos a varias ciudades de España, entre ellas Madrid, Barcelona, Sevilla, Córdoba; y luego a Francia. En cada ciudad habíamos hecho las coordinaciones con las diferentes universidades para que nos atendieran cuando nosotros llegáramos. Por ejemplo, en París, nos asignaron estudiantes para que nos dieran paseos por la ciudad, lo mismo pasó cuando llegamos a Roma. Fue un mes y medio disfrutando, no te puedes imaginar”.
En medio de nuestra conversación acerca de sus años de estudios, el arquitecto recuerda que nunca pudo participar en ninguno de los actos de graduación de los títulos que ostenta: “Creo que una cosa graciosa es que nunca hice una graduación. Nunca me he puesto un birrete, nunca me he puesto una toga. Cuando me gradué de bachiller fue el lío de la revolución; cuando me tocó graduarme de arquitecto en la UNPHU, resulta que tuve que irme a Estados Unidos por la beca.
Y cuando me gradué en Estados Unidos, mi esposa estaba embarazada, entonces tuve que regresar con ella antes de que se hiciera el acto de graduación, realmente nunca me he puesto una toga y un birrete”.
Al finalizar su maestría en Estados Unidos, cursa dos años más en la UNPHU, donde se especializó en Planeamiento Urbano, pese a que algunos de sus maestros no estaban de acuerdo pues decían “que se moriría de hambre” porque eso no era factible en República Dominicana.
Luego de eso, asume el cargo para dirigir el Departamento de Asentamientos Urbanos de la Escuela de Arquitectura de la universidad, y estando en aquel puesto, se desafía a sí mismo al hacerse una proposición que se cumpliría prontamente. “Me propuse que en cinco años el país tenía que saber quién es Cristóbal Valdez, y lo logré a los tres años. Empecé hacer actividades en esos términos, congresos, reuniones, empecé a escribir…, y entonces a los tres años ya todo el mundo sabía quién yo era”.
TRAYECTORIA PROFESIONAL
Valdez ha ocupado muchos puestos importantes tanto en el sector público como en el privado; estos le han permitido hacer valiosos aportes en materia de arquitectura y planeamiento urbano, que han servido de pauta para generaciones posteriores de arquitectos dominicanos.
Cristóbal Valdez y Asociados es la firma de diseño arquitectónico y urbano que preside desde hace tres décadas; esta combina la experiencia de más de 30 años de ejercicio profesional en estos campos, con la energía y visión creativa de las nuevas generaciones.
“En Cristóbal Valdez y Asociados tengo la satisfacción de tener a mis dos hijos, Gustavo y Michelle, arquitectos; Gustavo hizo maestría en la Universidad Kent State University, Kent, Ohio, Estados Unidos; y Michelle hizo maestría en la Universidad Católica de Santiago de Chile. Los dos son muchachos brillantes, ellos son los que han seguido mis pasos, están encargados de la oficina ahora mismo; yo lo que hago es que reviso, miro, veo desde afuera”.
“Muchos arquitectos me han preguntado cómo lo he logrado, porque ellos tienen hijos, y aunque son arquitectos o ingenieros no quieren trabajar con sus padres porque se sienten presionados, sin embargo, yo he tenido la suerte de que realmente nosotros no tenemos problemas, ya tenemos unos 15 años trabajando juntos”.
El trabajar codo a codo con sus hijos Michelle y Gustavo lo hace sentir completo y afortunado de tener el mejor equipo de trabajo. “Si hay algo que esta oficina Cristóbal Valdez y Asociados, mis hijos y yo tenemos, es la fama de ser gente seria, honesta, ética y que no nos prestamos en absoluto a ningún tipo de corrupción o de manejo
indebido; es una de las características principales de nosotros”.
Valdez es miembro del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA), de la Sociedad Interamericana de Planificación, de la Sociedad de Arquitectos de la República Dominicana y del Congreso del Nuevo Urbanismo. Ha escrito dos libros: “Reflexiones urbanas: artículos y cartas” (2007), e “Historia crítica de la ciudad de Santo Domingo” (2019).
Dentro de los cargos que ha asumido el arquitecto, están los siguientes: Director Departamento Urbanismo, y profesor tiempo completo, Escuela de Arquitectura de la UNPHU (1974-1998). Director general de Planeamiento Urbano del Ayuntamiento del Distrito Nacional (1978-1980), asesor de Planificación Física de la Cámara de Diputados, Congreso Nacional, (1982-1984); regidor Ayuntamiento Distrito Nacional, (1982-1986).
Asesor GTZ-INVI para realización Política Nacional de Mejoramiento Urbano, Santo Domingo (1986); director del Plan Director de la Ciudad de Santo Domingo. Ayuntamiento del Distrito Nacional (1995-1997); vicepresidente de promoción de Proyectos Inmobiliarios. Inmobiliaria BHD (1999-2004), entre otros.
Es importante destacar que desde los puestos de director general de Planeamiento Urbano del Ayuntamiento del Distrito Nacional y director del Plan Director de la Ciudad de Santo Domingo, Ayuntamiento del Distrito Nacional, Cristóbal Valdez realizó iniciativas de gran valor con el propósito de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos; entre estas destacan: crear una estructura y sistema para que se lleve a cabo una correcta aprobación de planos con un trabajo en conjunto por el Ministerio de Obras Públicas y el Ayuntamiento del Distrito Nacional, estructura que actualmente se utiliza luego de 45 años.
La organización de la ciudad también fue otro reto que asumió Valdez. Además, fue gestor del Plan del Polígono Central, el cual tenía como objetivo supervisar que cada proyecto que se fuera a levantar en la ciudad de Santo Domingo cumpliera con las normas impuestas por las autoridades.
Cristóbal Valdez confiesa que de todas las obras que ha realizado, uno de sus proyectos más significativos es el Hotel Bávaro, Punta Cana. “Diseñamos estos hoteles de los Barceló, Manuel Vaquero, Gay Vega y yo; y ganó el premio Mejor Diseño Turístico (1981). Ese fue mi primer diseño importante como arquitecto y gané. El proyecto de Bávaro es uno de mis proyectos mimados porque fue el primer hotel de 400 habitaciones que se hizo en esa zona. Los Barceló entendieron que ahí había una oportunidad brillante y entonces nos contrataron para que hiciéramos este proyecto”.
En cuanto al desarrollo del sector construcción en República Dominicana, es de opinión de que “en el sector construcción, como es natural, la inversión privada busca la mayor cantidad de beneficios posibles, eso es normal; quienes tienen que dejar claro cuál es la línea a seguir son las autoridades, y estas deben decirles a los que van a invertir de qué forma o dónde pueden hacerlo, e incentivar a que se hagan inversiones en diferentes lugares”. En cuanto a las construcciones que se están llevando a cabo en la ciudad, piensa que “se está construyendo mucho porque realmente hay una necesidad de vivienda”.
POR DENTRO
Cristóbal Valdez está casado desde hace 51 años con Rosa Guerra, con la cual procreó tres hijos: Michelle, Gustavo y Yamilet (publicista de profesión). Quizás a Valdez se le haga un poco difícil describirse a sí mismo, pero, al hablar de su familia, le sobran las palabras de tanta emoción.
“He sido un padre que ha estado al tanto de sus hijos, que no he escatimado absolutamente nada para darles las cosas que ellos necesitan. No cualquier cosa, sino las cosas que sean necesarias para un desarrollo adecuado”. Una persona que realmente ha sido parte fundamental en todo esto ha sido su esposa, con la que ha desarrollado una relación que define como increíble. Cristóbal y Rosa se conocieron en la universidad, cuando ella estudiaba Genética y él Arquitectura; desde el momento que la vio, Cristóbal se propuso conquistarla.
“La conocí en la UASD, y era una joven hermosísima, la verdad es que lo es todavía, y le caí atrás; duré un año, pero la conseguí, por la insistencia”, dice con risas y cara de felicidad. Juntos, lograron alcanzar cada una de sus metas: él, ser arquitecto y tener su firma, y ella convertirse en citogenetista y tener su laboratorio; todo a base de esfuerzo y trabajo duro. Han recorrido el mundo juntos, pero la mayor felicidad para ambos es disfrutar de su hermosa familia que tiene nuevos integrantes pues ahora cuentan con siete nietos, producto de los matrimonios de sus tres hijos.
¿Cómo se siente con todo lo que ha logrado en lo personal y profesional? “Más que satisfecho, no cambiaría nada en lo absoluto. Miro atrás y no hay nada que yo pueda haber hecho mejor o de otra manera; y como es natural, esto no ha sido una carrera de éxitos tras éxitos, hemos tenido momentos de problemas económicos serios, producto del ejercicio de la profesión, pero no siento ni nunca he sentido que eso sea un fracaso, sino que es parte del ejercicio profesional. Yo miro atrás y realmente lo que me siento es orgulloso de la familia que tengo y de todo lo que he hecho como profesional”.
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