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TEATRO NACIONAL EDUARDO BRITO | PRINCIPAL CENTRO DE LAS ARTES ESCÉNICAS EN LA REPÚBLICA DOMINICANA

TEATRO NACIONAL EDUARDO BRITO | PRINCIPAL CENTRO DE LAS ARTES ESCÉNICAS EN LA REPÚBLICA DOMINICANA

El Teatro Nacional Eduardo Brito es una de las edificaciones más emblemáticas con que cuenta nuestro país. Principal centro de las artes escénicas en la República Dominicana, produce y a la vez recibe obras artísticas de toda índole durante el año. Su diseño y construcción estuvo a la altura de los más grandes escenarios de América y Europa en 1973.

 

 

Iniciaba la década de 1970 cuando se comienza a pulular la idea de crear un centro donde presentar las artes escénicas dominicanas y extranjeras. Es así como el entonces presidente de la República, doctor Joaquín Balaguer, ordena la construcción de esta edificación que tardaría unos tres años en materializarse.

A 50 años de su inauguración, acaecida el 16 de agosto de 1973, el balance de este augusto teatro ha sido más que positivo. Sin duda alguna es el centro principal de las artes escénicas de nuestro país, sede de los más importantes acontecimientos ligados al arte y la cultura. A pesar del paso del tiempo, sigue impresionando sus espacios, sus distintas salas y los detalles arquitectónicos con que fue concebido.

Según datos publicados por la página oficial del teatro, cuando fue encargada la obra al arquitecto Teófilo Carbonell, este inició un periplo por los más respetados teatros del mundo, en busca de inspiración y aprendizajes sobre técnicas, criterios y conceptos necesarios para determinar las características que debía tener el nuestro.

“Tuvimos como referencia los teatros de Colombia, Nicaragua, Costa Rica y Guatemala. También la ilustre tradición europea, que se fue haciendo tangible en los teatros de España, Suecia, Dinamarca, Suiza, Alemania, Holanda y Austria. Por último, las mejores salas de Estados Unidos completaron las expectativas del arquitecto quisqueyano”, resalta el apartado histórico de la página oficial del teatro.

En ese sentido, los entendidos siempre han debatido qué se tomó de cada teatro visto. Unos dicen que la sala del teatro dominicano fue tomada del Auditórium de Palma de Mallorca, España; otros afirman, con toda propiedad, que el escenario es igual al del Lincoln Center, Estados Unidos, y no faltan los que debaten si la acústica lograda en tierras caribeñas proviene del colombiano Manizales o del muy tecnificado teatro de Ginebra, en Suiza.

Obra arquitectónica

Con el presupuesto disponible para realizar esta obra, el arquitecto Carbonell concibió el diseño de que encarnara en sus dimensiones, maneras y elementos las mejores y más avanzadas técnicas mundiales para la construcción de ese tipo de instalación.

Es una arquitectura monumental, con fuertes reminiscencias clásicas, que expresa una imagen sólida, imponente, al tiempo que, abierta y asequible, como ha de ser el abrazo del arte. La construcción, que duró aproximadamente tres años, fue muy difícil, según registros del propio teatro, esto, debido a la complejidad de la obra. Se realizó con el empleo de materiales dominicanos, donde predomina el mármol, la caoba, el yeso y el ónix. Cada paso de su ejecución estuvo dirigido por el arquitecto Carbonell, quien contó con la colaboración de los ingenieros estructurales William Read y Juan Manuel Bonetti.

El mármol que reviste la estructura no es cualquier mármol, el arquitecto Teófilo Carbonell buscó el mármol minado en la península de Samaná, en la única mina de mármol del Caribe.

Hay varios elementos imperdibles en el exterior, como son las estatuas de grandes artistas de la historia universal, son personajes de la cultura e historia como el poeta y dramaturgo español Lope de Vega, el sacerdote católico Pedro Calderón de la Barca y el compositor italiano Giuseppe Verdi.

Las columnas que parecen sostienen una cima de varios arcos le da un toque de solemnidad a la obra. Otra característica es que, en ambos lados de la fachada, detrás de las columnas, existen unos pequeños jardines tropicales, lo que mezcla una obra del hombre con la obra de la naturaleza.

Los vestíbulos del Teatro Nacional forman parte del encanto de la edificación. En los tres niveles se pueden apreciar hermosas esculturas. El vestíbulo del primer nivel, antes de la Sala Carlos Piantini, ostenta el busto de Eduardo Brito y el busto del compositor alemán Ludwig van Beethoven.

Todos los vestíbulos están cubiertos con una alfombra roja que destaca la impresionante estructura, apreciada, incluso, sin ser conocedores de diseños arquitectónicos. Pueden apreciarse sus vistosas escaleras, sus impresionantes esculturas y los detalles en mármol.

Las escalinatas y escaleras de los vestíbulos están cubiertas de mármol negro, generando un hermoso contraste con el rojo de las alfombras y el color caoba de los pasamanos.

A todos estos detalles se agregan las lámparas colgantes. Son esferas colgadas de distintos tamaños con un diseño muy peculiar: en su interior tienen pequeñas gotas de diferentes tamaños. Desde abajo, estas lámparas parecen ser brillantes gotas de lluvia o luminosas pompas de jabón que caen en distintos planos.

Sus tres salas acogen renombradas figuras del arte mundial y nativo, tanto en la música como en la danza y en el teatro, así como admiradas agrupaciones de las más diversas conformaciones. En el transcurrir del tiempo, en los escenarios del Teatro Nacional Eduardo Brito han desfilado grandes personajes del arte mundial en todas sus manifestaciones. La majestuosa edificación, circundada por hermosos jardines y áreas verdes, está situada en la Plaza de la Cultura.

El Teatro Nacional fue inaugurado el 16 de agosto de 1973, por el presidente Joaquín Balaguer, con la presencia de distintas personalidades de la época, tanto nacional como internacional. Ese día iniciaba el llamado Festival de Inauguración con un programa que incluía teatro, ópera y ballet, entre otros géneros artísticos. La edificación fue bautizada con el nombre de Eduardo Brito en el año 2006, bajo decreto presidencial, para homenajear al emblemático barítono dominicano. En un principio se conocía solo con el nombre de Teatro Nacional Dominicano.

Teófilo Carbonell

Sus primeros pininos en la arquitectura dominicana obedecen a trabajos como proyectista privado en varios edificios de apartamentos en el sector de Gazcue. Estos trabajos, a los que dedicó tiempo, pasión y entrega fueron granjeando una reputación que permaneció hasta sus últimos días. En un momento de su vida, fue reconocido como diseñador del detalle, por la minuciosidad de sus deberes.

Quienes le conocieron de cerca, cuentan que siempre quiso dibujar él, personalmente, sus planos arquitectónicos, sin confiarlos a otros colaboradores, como es la costumbre en este oficio. Empleó sus habilidades en el dibujo en la utilización de los elementos artesanales y la aplicación del color para captar la luz tropical.

En 1971 construyó el Ayuntamiento de Santiago de los Caballeros. Participó en la realización de la Plaza de la Trinitaria y su entorno, cercana a la actual Cámara de Cuentas, junto a los arquitectos Benjamín Paiewonsky y Rafael Tomás Hernández. Es también el constructor del edificio de oficinas públicas llamado popularmente El Huacalito.

Se le considera el arquitecto de los presidentes. A solicitud de Rafael Leónidas Trujillo, llevó a cabo la restauración de la Casa de Caoba, su residencia privada, ubicada en las inmediaciones de San Cristóbal. Para esta delicada tarea, se fue a vivir a San Cristóbal. Instruyó a los integrantes del equipo y supervisó de manera personal cada detalle que se hacía. Fue el arquitecto que remodeló todas las viviendas de Trujillo.

Por órdenes expresa del presidente Joaquín Balaguer pone manos a la obra para la construcción del Teatro Nacional.
Diseñó y construyó, en respuesta a la petición realizada por sectores de la ciudad, el Gran Teatro del Cibao, réplica del Teatro Nacional que ubicó frente al Monumento a los Héroes de la Restauración. Fue inaugurado el 16 de agosto de 1995.

En 1986, también por encargo del presidente Balaguer, intervino en la continuación del monumento Faro a Colón, inaugurado el 6 de octubre de 1992 para coincidir con la celebración en 1992 del V Centenario del Descubrimiento de América. Adaptó su interior para 148 salas de exhibiciones de los diferentes países de América, y otros de Europa y Asia.

Fue el contratista en la construcción del Edificio de la Cámara de Cuentas, realizado en 1988 con el diseño de Erwin Cott y Luis Despradel.

Solo una vez se le vio dar una conferencia, durante la celebración de la VI Bienal de Arquitectura de Santo Domingo en 1996, en la que explicó la forma en que concebía la construcción de sus obras arquitectónicas y las causas por las que fue solicitado para ser el arquitecto de algunas de sus obras más relevantes. Por los datos proporcionados en esta conferencia, también se supo de su gusto esmerado en cuidar el detalle en la construcción.

En noviembre de 2006, la VIII Bienal de Arquitectura le realizó un homenaje póstumo junta a los arquitectos Pablo Mella, Miguel Vila Luna, José Miniño, José Joaquín Vargas y Luis Despradel.

 


Construmedia

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