«Hay que vivir en armonía y tranquilidad sin hacerle daño a nadie, siempre presto a colaborar con aquellos que necesitan de alguna ayuda».

El país se encontraba en una época políticamente convulsionada cuando Carlos Javier tenía apenas 7 años de edad. Corrían los años de 1965 y había «estallado» la Guerra Civil dominicana, conocida también como la Revolución de Abril de 1965, o simplemente la Revolución de Abril. ¿Cómo transcurrieron aquellos años y qué pasó después? Dejemos que nuestro protagonista nos cuente.

La inestabilidad política y económica durante y después de la guerra civil marcaron la infancia de  Carlos Javier, cuya niñez transcurrió en la Ciudad Colonial junto a su familia; allí fue testigo de situaciones difíciles que nunca quedarán en el olvido, empero, recuerda que tuvo una niñez normal dentro de los parámetros propios de la época.

 

“Yo tenía un “rifle cazador” que mi padre me había regalado (en aquella época algunos padres tenían por costumbre obsequiar juguetes bélicos), y un día, durante una operación militar llamada “limpieza”, entraron a mi casa e intentaron llevarse mi rifle. Yo, inconscientemente, tuve una reacción un poco agresiva en contra de un militar porque no quería que se llevaran mi juguete, al poco tiempo ellos se dieron cuenta de la situación y, bueno, no pasó más de ahí», nos cuenta el ingeniero sobre un suceso que nunca olvidará.

 

Sus fascinantes vivencias también tienen sus lados dulces, como cuando nos cuenta cuál era su aspiración a la edad 12 años: «Quería ser piloto, me gustaba mucho la aviación; bueno, de hecho, todavía me gusta», confiesa para luego mencionar que la Ingeniería Civil surgió después de cumplir los 16 años. «Ya graduado de la secundaria, comencé a interesarme por la ingeniería, en esa época el país estaba inmerso en una serie de construcciones importantes, específicamente de presas». Era el período en el que el expresidente Joaquín Balaguer dedicaba recursos a la construcción de presas importantes, y eso le llamó mucho la atención.

 

Sus padres Demetrio Javier García y Alicia Mercedes de Jesús le enseñaron el valor de la honestidad y de hacer las cosas bien: «Todo está marcado por objetivos y metas que uno se traza en la vida; hay que vivir en armonía y tranquilidad sin hacerle daño a nadie, siempre presto a colaborar con aquellos que necesitan de alguna ayuda», detalla Carlos Javier, esposo de Victoria Estrella, y padre de Carlos Alberto, Carlos Eduardo, Carlos Rafael y Laura Inés; padre también de Luis Antonio, Richard Antonio y Evaristo Antonio, fruto del matrimonio anterior de su esposa.

 

 

Una historia de trabajo

El ingeniero Carlos Javier, graduado de la carrera de Ingeniería Civil en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), 1983; con máster en Ingeniería Sísmica de la Universidad Central de Venezuela; ha ocupado varios cargos importantes en diferentes sectores. En el año 1988, por ejemplo, formó parte del equipo de supervisión del proyecto Jigüey-Aguacate, como ingeniero de diseño de estructuras hidráulicas, encargado del departamento de Ingeniería del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (INAPA).

 

También fue gerente de la Unidad Ejecutora del Programa de Reconstrucción de Acueductos afectados por el huracán George; y gerente general de la supervisión del Proyecto de Construcción del Acueducto de la línea Nordeste; ha sido, además, consultor independiente en las áreas de diseño de estructuras hidráulicas y análisis sísmico.

 

«Fui prácticamente independiente en el sector privado. Me desempeñé como encargado del departamento de Ingeniería en el Central Romana a finales de la década de los 80. Pero también en esos mismos años pertenecía a una empresa privada que supervisó los proyectos de la presa Jigüey-Aguacate (Epsa-Labco), de ahí pasé al sector público; es cuando entro a INAPA».

 

La experiencia con el Banco Interamericano de Desarrollo también fue muy importante para el ingeniero: «En el año 1998, luego del huracán Georges, el Banco Interamericano de Desarrollo facilitó el préstamo 1152, destinado a coordinar los trabajos de reparación de los acueductos que fueron afectados. Fue una buena experiencia participar con un organismo con tantas exigencias desde el punto administrativo y gerencial. Eso me marcó, fue una escuela».

 

 

Desafíos del sector público

Con la experiencia ya probada, Javier ocupa hoy el cargo de director de la Unidad Ejecutora del proyecto Presa Monte Grande en el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), responsabilidad que viene acompañada de situaciones (algunas ya resueltas y otras por resolver).

 

La primera de ellas, por así decirlo, tuvo que ver con la propia transición y entrada al cargo. «Fue un tremendo reto poder asimilar toda esa información e iniciar el proceso de reorganización y conformación que actualmente tenemos. En principio me sentí muy presionado por tantos datos, tuve que emplearme a fondo para poder “agarrar el piso”, como decimos los dominicanos», esto para poder decir manos a la obra con los planes que tiene el departamento que dirige.

 

Todo esto con el objetivo de acelerar los trabajos del proyecto para este año 2021, y poder así conformar los elementos más importantes de la prensa, y que se termine a tiempo dentro del programa de ejecución que se ha establecido.

 

«Ese es el objetivo de este año, para poder inaugurar la presa Monte Grande en el año 2022. El proyecto se encuentra en un porcentaje ponderado de su construcción (en un 58 %), prácticamente lo que falta es construir lo que comúnmente se llama el muro de la presa», refiere el ingeniero sobre la presa Monte Grande, un proyecto muy singular debido a que es la primera de núcleo de asfalto que existe en el área del Caribe, y de las pocas que hay en América.

 

«Este proyecto tiene una serie de componentes como son canales de riego centrales, hidroeléctricas y acueductos. Básicamente lo más importante es el muro de la presa, en el cual se está trabajando aceleradamente. Es importante recordar que el proyecto como tal está desde el 2018, y aunque por motivo de la pandemia los trabajos se retrasaron, hoy día se está recuperando el tiempo».

 

Precisamente, con relación a los trabajos que realiza la entidad, está consciente de la necesidad de que la sociedad se integre y conozca al detalle todos los proyectos del INDRHI, que al final del día son del pueblo dominicano, «además de esto pueden ser elementos multiplicadores que informaran a sus relacionados sobre los mismos. Estamos siempre abiertos a esas visitas».

 

 

Hablando del sector construcción

Adentrado ya en este tema, y teniendo un buen manejo del mismo, Javier entiende que el sector construcción está formado por dos sectores: el sector privado y luego el sector público, donde este último es una entidad que invierte en proyectos muy importantes como lo son, precisamente, la presa Monte Grande, las carreteras de circunvalaciones de los pueblos de Baní y Azua; la autopista en Puerto Plata, entre otros proyectos de gran envergadura que tienen que ver también con el problema del déficit habitacional.

 

«El gobierno está enmarcado en la construcción de viviendas. Quiere resolver este problema que es algo que preocupa a muchos dominicanos. El sector privado también tiene muchas inversiones de apartamentos, gracias en parte, a la figura del fideicomiso», asegura el incumbente.

 

En cuanto a los procesos, entre ellos el tema de los permisos, opina que todavía «estamos un poco encharcados. La verdad hay que decirla, venimos arrastrando los procedimientos que en la gestión pasada no se resolvieron, pero entiendo que ahora hay un cambio gracias al presidente de la República, Luis Abinader, quien ha dado instrucciones para que todo eso salga más rápido para aumentar la competitividad en el país».

 

El también catedrático universitario asegura que hay muchos temas a tratar que tienen que ver con los reglamentos que se están aplicando. «Los reglamentos son muy fuertes y deben ser un poco más flexibles desde el punto de vista sísmico me refiero, que es mi especialidad. Nosotros no estamos en una zona como California o Los Ángeles, que tienen una falla que le pasa prácticamente por el medio de la ciudad. Tenemos fallas, pero no con una sismicidad tan alta como la tienen esas ciudades; además, contamos con una diversidad de terreno donde las construcciones pueden ser realizadas acorde a esas características, evitando daños severos en las edificaciones y pérdidas de vidas».

 

En resumidas cuentas, el funcionario es partidario de que las cosas se hagan bien, y al mismo tiempo que se ayude a los inversionistas de la manera más rápida posible para que el país pueda generar riquezas. Entiende que el sector construcción ha avanzado mucho en el país, pero admite todavía falta. «Creo que falta un poco más de tecnología. En lo que respecta a las personas que hacen el trabajo de mano de obra, debería existir una entidad que capacite a estas personas de manera eficiente, que haya instructores con experiencia que le puedan dar cierto grado de atención a esto y que puedan salir con una capacidad y destreza suficiente para enfrentar un proyecto de ingeniería con la calidad que se requiere. Hay una mano de obra muy poco especializada. Claro, hay otros que sí tienen una gran experiencia».

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Autor: Construmedia