LOS TSUNAMIS
LA FORMA DE CONCEBIR ESTRUCTURAS QUE LO ASIMILEN FAVORABLEMENTE EN NUESTRAS COSTAS. UN LLAMADO A LA EDUCACIÓN, PARA SU CONSIDERACIÓN EN NUESTROS PROYECTOS TURÍSTICOS.
Los tsunamis son generados por un repentino movimiento vertical del suelo oceánico, este movimiento producido generalmente por fuertes sismos provoca un desplazamiento del océano en forma de grandes olas. Si bien es cierto que los tsunamis ocurren a partir de un sismo con hipocentro bajo el mar, también puede ocurrir por un sismo originado en tierra.
La destrucción que causan los tsunamis proviene principalmente del impacto de las olas, las inundaciones, erosión de los cimientos de los edificios, erosión de los caminos e inhabilitación de puentes.
El daño se ve aumentado por los despojos, botes, automóviles que terminan colisionando con edificios, se agregan fuertes corrientes, contaminación del agua, alteraciones de las labores productivas, educativas y fuera de lo material se añade lo más importante que son las vidas.
El hecho de ser una isla, ubicada en la Placa del Caribe y en contacto al norte con la Placa de Norteamérica, nos genera gran vulnerabilidad sísmica y la potencial ocurrencia de tsunamis asociados a terremotos provocados por el contacto de placas en los fondos oceánicos.
De acuerdo con datos históricos los tsunamis o maremotos como se les llamaba antes, son de nuestro conocimiento desde 1770, que afecto la península Sur de Haití, repitiéndose en el 1842 en el Noreste de la isla, justo en la parte fronteriza con la República Dominicana, como consecuencia del terremoto más destructivo recordado en esta parte de la isla.
En 1860, vuelve a producirse en la península sur de Haití y en el siglo pasado, vivido y recordado por muchos, encontramos el último evento catastrófico ocurrido en el lado este de la isla, en la zona de Miches donde el 4 de agosto de 1946 ocurrió un terremoto de magnitud 8.1, que produjo el tsunami que arrasó con Matancita, en Nagua, afectando además las comunidades del Bajío y Cabrera fundamentalmente. Es importante recordar que el día 8 de agosto hubo una réplica de magnitud 7.9 que produjo otro tsunami de menores consecuencias.
Como podemos observar en el mapa que mostramos a continuación, estos eventos también son parte de nosotros, así lo conserva nuestra historia sísmica y nos lo presenta el terremoto del 4 de agosto de 1946, último recuerdo viviente en las mentes de algunos de nuestros abuelos.
Por otra parte, he dejado para comentar el tsunami asociado a este terremoto, dado a que tanto el ingeniero sismólogo Juan Alberto Chalas, miembro del concejo de directores de SODOSISMICA, como el geólogo Javier Rodríguez, asociado al Observatorio Sismológico del Politécnico Loyola, están desarrollando en la actualidad una serie de investigaciones que ponen en duda la ocurrencia de este fenómeno.
Por el momento presentamos la información tal como lo indica el mapa. Por otra parte, el llamado terremoto de Añasco en 1918, arrasó con la zona oeste de Puerto Rico, es nombrado en el libro “Aspectos de la sismología dominicana” del director del Centro Sismológico de la UASD, Ramón Delanoy, quien cita también a un maremoto que azotó a la costa este de República Dominicana el 11 de octubre de 1918. El tsunami ocurrió después de un sismo de magnitud 7.5 en la escala de Richter con epicentro en el Canal de la Mona.
Al refrescar parte de nuestra historia y formando parte del siglo XXI, la pregunta a responder es: ¿Qué estamos haciendo al respecto para conocer más nuestros riesgos de tsunami en el territorio nacional? Y definitivamente nos encontramos en un mar de incertidumbre por el tímido concepto de seguir jugando a los secretos, por entender que si se dice se perjudica el turismo, partiendo sobre todo, de considerar la ignorancia de nuestros visitantes, más que su conocimiento de las amenazas de la isla.
Parece que no hemos llegado en ese aspecto a alcanzar avances que se correspondan con la velocidad del desarrollo tecnológico y olvidamos que toda la información, está a un clic de distancia.
Algunos países han construido estructuras para debilitar las fuerzas de los tsunamis o para reducirles altura, como son: rompeolas, diques y muros y terraplenes en las costas. Sin embargo, no se puede solo pensar en una estructura que debilite o retenga los tsunamis, sin antes pensar en el sistema de evacuación y sobre todo, en el compromiso con la vida.
Si queremos fortalecer aún más ese sector bendecido para la economía de nuestro país, no nos queda de otra que educar a todos los empleados de los hoteles costeros, fortaleciéndolos con información adecuada sobre el tema, con simulacros de evacuación vertical, entre otras informaciones, que perfectamente el Ministerio de Turismo, auxiliado de oficinas gubernamentales como Onesvie, COE y Defensa Civil, pueden desarrollar un plan para la consolidación y manejo de situaciones eventuales como estas.
Por otra parte, una de las ventajas de nuestros hoteles costeros es que en su gran mayoría son edificaciones de dos y tres pisos, lo que permite con una buena información y capacitación del personal, proteger adecuadamente la vida de nuestros huéspedes.
El efecto de los tsunamis ha sido devastador y la motivación de este artículo no se trata de mostrar los desastres, más bien se refiere a la necesidad de adelantarnos al tiempo, de ser preventivos ante estas evidencias históricas que pudieran afectarnos sin saber cuándo ni dónde, pero que sí sabemos, en principio que nuestra gran responsabilidad es la educación, sobre todo, porque ¡Aún tenemos tiempo!
Las imágenes nos muestran algunas de las afectaciones encontradas en varios países como secuela del paso de un tsunami.
Mostraremos algunas imágenes a manera de ejemplo de lo que están haciendo algunos países que reciben con cierta regularidad el efecto de estos fenómenos, que están construyendo no solo elementos de defensa, si no también, un sistema de refugios para la preservación de la vida.
Regresando a nuestro caso, para prevenir los daños antes de que este tipo de catástrofe ocurra, así como las pérdidas de vidas, es necesario un plan de emergencias donde primero se identifique la amenaza y las zonas más vulnerables, para ello, se deben realizar estudios en todas las zonas costeras del país como los que ha realizado el pasado 29 de agosto de 2016, el Servicio Geológico Nacional, el cual publicó en conjunto con la Unión Europea: “El Informe sobre mapas de peligrosidad por tsunami e índice de vulnerabilidad de infraestructuras para la costa sur de la República Dominicana”.
Luego de identificar la amenaza e identificar las ubicaciones más inseguras, entonces debemos evaluar o proponer sitios que sí sean seguros. En tal sentido, este estudio define niveles de olas que podrían alcanzar hasta 8 metros en algunas zonas de la costa sur de República Dominicana, pudiendo penetrar tierra adentro, desde 200 metros hasta 3 Km, dependiendo de la zona costera, desde Pedernales hasta La Altagracia, considerando como puntos más críticos, la desembocadura de los ríos, donde al no haber elementos que contengan la entrada de las olas, podrían ser los más vulnerables.
Por otra parte, el estudio termina planteando medidas preventivas estructurales y no estructurales, como elementos de reducir los posibles efectos de estos fenómenos, recomendando las medidas no estructurales que podrían implementarse al establecer un ordenamiento territorial en las zonas de mayor probabilidad de ser afectadas, descartando prácticamente la inversión estructural de protección, ante el elevado costo que esta implica.
Si pensamos por un momento en el malecón de Santo Domingo, encontraremos que no se cuenta con estructuras diseñadas para la evacuación vertical, no obstante, si iniciamos una campaña de educación a todos los habitantes de la zona del 30 de Mayo, de que pueden subir al segundo y/o tercer piso de su vivienda, no tienen que moverse de la zona luego del terremoto, estaríamos ganando lo suficiente para preservar sus vidas. De igual manera con las zonas que corresponden a los hoteles y restaurantes.
Viene ahora otra pregunta obligada dado que necesitamos seguir construyendo hoteles turísticos: ¿Cuáles son las sugerencias o más bien las reglas de juego que ofrecen los reglamentos para los nuevos diseños que consideran la presencia de los tsunamis?
Luego de los efectos devastadores de los tsunamis que afectaron Japón e Indonesia, en agosto de 2019, la Agencia Federal para Emergencias FEMA, publicó la tercera edición del documento Guía para el Diseño de Estructuras para la Evacuación Vertical ante tsunamis, el FEMA 646, donde se muestran los antecedentes de los efectos históricos de los tsunamis, planificación, opciones de evacuación, consideraciones, diseño, operación y mantenimiento de las estructuras de evacuación vertical. Estableciendo de manera explícita, los lineamientos a tomar en cuenta, reduciendo al mínimo las excusas para no plantear o mitigar el riesgo que corren ciertas zonas del país ante la ocurrencia de un tsunami.
Anexamos a este artículo, como parte final del mismo, la carátula de este importante aporte a nuestra clase profesional para que, en los próximos diseños de proyectos en zonas costeras, en otras palabras, turísticas, lo revisen y puedan aplicarlos a los proyectos que así lo requieran.
Autor: Construmedia