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MARIVÍ BONILLA

MARIVÍ BONILLA

Su trayectoria como arquitecta inicia en su natal Santiago de los Caballeros. Desde entonces, ha hecho camino al andar. Paso a paso, proyecto a proyecto, ha ido forjando un nombre que, sin duda alguna, es referente en el mundo de la arquitectura dominicana. Esto no ha sido una casualidad; se ha debido al trabajo constante y al servicio que entrega en cada uno de los trabajos en los que se involucra.

Mariví Bonilla es de fácil conversación. Nos recibió en su tienda con la calidez que le caracteriza. De inmediato entramos en un diálogo que inició con sus recuerdos de infancia. No duda en decir que, a pesar de haber perdido a su padre a muy temprana edad, califica su niñez como muy feliz. Se crio en casa de sus abuelos donde entiende que nació su sentido de la estética, su amor por las cosas bonitas.

La casa donde vivió estaba llena de detalles arquitectónicos. Para la época, tenía un estilo muy contemporáneo o muy moderno. Entiende que, si hoy en día esa casa permaneciera en pie, luciría como una propiedad con pocos años de haberse diseñado.

“Yo siento que tal vez ese fue como el primer impulso que yo tuve por el gusto, por la arquitectura, por las buenas terminaciones, por los colores, por el buen mobiliario. Yo pienso que mis abuelos eran gente que viajaba y que veían cosas y que tenían un gusto muy avanzado y se dejaron asesorar, tuvieron buenos arquitectos, buscaron a Nani Reyes y William Reid para que les hicieran esa casa. Me acuerdo que yo le preguntaba a mi abuela y ella me decía, ‘sí, ese color lo quiso poner el arquitecto, yo lo dejé y me gustó.

El mobiliario me gustó’. O sea, eran personas con mentalidad más abierta, quizás un poco más avanzada para la época, y yo pienso que ahí empezó mi amor por la arquitectura”, afirma convencida.

Santiago es conocido como la cuna de muchos artistas, varios movimientos de arte tuvieron su génesis en la Ciudad Corazón. Y, como si fuera poco, el amor por los jardines en Santiago todavía, hoy día, sigue siendo muy marcado.

En sus recuerdos, también está presente su madre, a quien describe como amante del arte. Entiende que ella fue igualmente fuente de inspiración. Recuerda que su madre pintaba, compraba revistas… incluso revistas de arquitectura que venían con planos, en su casa no faltaban. Todos estos elementos la encaminaron a ser lo que es hoy, aunque también entiende que cada persona viene con

algo dentro que les hace reaccionar a esas cosas. Su hermano reaccionó más a la parte empresarial de su abuelo, José Bojos, él es quien lleva la empresa familiar de cinco generaciones ya, sin embargo, ella conectó con el arte y la arquitectura y todo lo que esto involucra.

 Formación académica 

Su título de arquitecta lo obtiene de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), luego viaja a la ciudad de Barcelona, España, para continuar con estudios de posgrado en Arquitectura Efímera. Su formación académica la continúa engrosando con una maestría para estudiar cómo las ciudades se van desarrollando paralelamente a los movimientos culturales.

Recuerda que en ese momento había muy buenos ejemplos. Nos citó la ciudad de Bilbao, al norte de España, era una ciudad industrial, oscura, sucia, con cierta violencia, donde ni siquiera los mismos españoles se les ocurría hacer turismo allí, hasta que alguien apostó por hacer un museo de arte contemporáneo que es el Museo Guggenheim, desde entonces la ciudad cambió, cobró vida.

“La ciudad de Bilbao ya estaba puesta en el ojo mundial que antes no estaba. Mi tesis fue referente a este tema, de cómo las ciudades se van volviendo museos. Es el mismo plan que cuando tú entras a un museo, que probablemente no te va a tocar verlo completo, porque son grandísimos, y tú vas con una guía con los puntos importantes que tú quieres. Es como ver ese museo a escala de ciudad. Y esa fue mi tesis de maestría. Porque de posgrado, que era Arquitectura Efímera, también tenía que ver un poco con exposiciones de arte”, recuerda.

Cuando concluyó sus estudios, regresó al país con la idea de emprender sola. Al menos lo quería intentar. Recibió el apoyo de su familia y, al poco tiempo de estar aquí, consiguió trabajo. Mucha gente creyó en ella y fue dando los primeros pasos que consolidarían su nombre. Recuerda que los primeros trabajos tenían que ver con arquitectura comercial. Fue el inicio de una exitosa carrera que desde entonces no ha parado.

“Con mi primera tienda salí en revistas, tuve la suerte de que me dieron la oportunidad, de que los clientes tenían mente abierta, de que les gustó que mis propuestas fueran minimalistas, cuando no se usaba en esa época. Desde entonces, fui marcando una línea, tuve esa suerte, porque a veces las cosas no están en el momento que tú las necesitas; yo tuve la suerte de que sí”, afirma con una sonrisa.

En el trajín, propio de la carrera, fue ejerciendo en varias direcciones. Llegó el momento de hacer algunos trabajos interiores y allí se da cuenta de que en el país, en ese momento, no se trabajaba el mueble contemporáneo. En ese tiempo, el modelo rústico era el predominante. Se produce como una especie de choque entre lo que había estudiado en Barcelona con la realidad que imperaba aquí.

Es aquí que un buen amigo, que sí era negociante, le propone la idea de traer esos muebles. Se fueron a diferentes ferias, buscando, investigando, hasta que se dio la oportunidad de representar unas líneas españolas e italianas de mobiliario contemporáneo.

Allí nace una empresa paralela a MB Aquitectura. Se llama Moble Contemporáneo. Aquí trabaja por proyectos, supliendo muebles contemporáneos a esos proyectos, tanto institucionales como residenciales.

“No es una tienda retail, es un showroom donde se trabaja por proyectos; si mañana te toca hacer una oficina, o un hotel, o una casa, y quieres hacerlo todo planificado, y que los muebles vengan con tu gusto, nosotros los traemos. En este local tenemos seis años, pero la empresa tiene 22”, dice con orgullo.

 Primer proyecto 

“Mi primer proyecto fue retador en el sentido de que era una tienda de zapatos de mi familia, ellos pusieron toda la confianza en mí y me dijeron sí a todo. También se involucraron, pero me permitieron ser yo y eso me abrió las puertas. Fue un proyecto exitoso y eso fue bueno. Desde entonces, hice una combinación entre la arquitectura residencial paralela a la comercial desde el principio”, recuerda con emoción.

Otro proyecto que recuerda con mucha ilusión consistía en un trabajo de 27 casas en un solo terreno. Para esto, el ingeniero Pantaleón Salcedo, muy conocido en Santiago, le propuso este reto. Recuerda que ese lote se compró y se iba a transformar primero en 27 y después se la añadieron unas más con un solar de al lado y fue retador.

El hecho de que ya no era tratar con un cliente, sino con cada uno de los propietarios de esas casas era un trabajo arduo. “Yo marqué una línea del principio en conjunto, el trabajo en equipo, dijimos, mira lo que queremos es este tipo de casa, este tipo de material, este tipo de escala, los lotes van a ser de este tamaño, por lo tanto, nos van a dar casas de este tamaño, se hizo un trabajo de planificación. El segundo paso para poder vender eso no era hacer casas en serie, era tener un contacto con cada cliente que comprara y de alguna manera, dentro de la directriz que habíamos sacado, había que entender su modo de vida y tratar de adaptarlo y complacerlos. Y esa fue dura, pero gracias a Dios salimos muy a flote y fue un éxito y, de hecho, ya después de eso, hemos hecho dos más y seguimos proyectando otros”, dice.

A la pregunta de cómo se sostiene una empresa por tanto tiempo, no dudó en contestar que la arquitectura es un servicio. Relata que hay que hacer las cosas para que el cliente quede satisfecho con el trabajo. Debe darse una doble felicidad. Tanto del profesional, como del cliente que busca el servicio.

“Yo sé que tengo que guiar a mi cliente por donde debe ser, por lo que yo entiendo que es correcto, por lo que le va bien a él, pero yo tengo que ponerme en sus zapatos también. Porque el que va a vivir esa casa 30, 40 años, donde va a criar sus hijos y sus nietos, son ellos. Entonces, yo creo que el servicio es básico. Segundo, mantenerse actualizado. Saber que el mundo va cambiando, qué es nuevo, qué tú le puedes ofrecer, y para eso hay, vamos a decir, como un ejercicio fuerte de mantenerse actualizado, en tendencia, en materiales, en todo lo que es la parte técnica, en este caso una residencia, es lo que estoy hablando. Pero yo creo que es importante eso, el servicio, el mantenerse actualizado, el ser abierto, el poder oír a un cliente, el tratar de entender lo que quiere”, argumenta convencida.

Sin embargo, no necesariamente hay unidad de criterios entre el cliente y el profesional. Mariví nos comenta que siempre ha dicho que en el pensum de Arquitectura tiene que haber varias asignaturas de Psicología.

Entiende que cuando se tiene varios proyectos al mismo tiempo, y cada cabeza de esos proyectos es diferente a la otra, y el profesional tiene que oír distintas conversaciones, y reunirse con el otro, y entender que todo el mundo tiene que estar feliz, es una labor ardua.

“El que cree que la arquitectura es sentarse con un lápiz a diseñar o en una computadora, no es así. Eso es una parte del trabajo en arquitectura residencial, eso multiplica por muchas cosas. Y ahora está Pinterest, los clientes buscan imágenes, te comparan, yo quiero esto, pero que no va con lo contemplado, o sea, con mucha paciencia, mucha psicología, y claro, ya con tantos años yo trabajando, la gente confía. Eso era más arduo también cuando uno empieza, que todavía doy gracias a todo el que me dio la oportunidad sin conocer lo que yo hacía”, infiere.

 Sector construcción 

Hablar del sector construcción y obtener una mirada retrospectiva de su experiencia es fácil pues esta profesional tiene más de 20 años ejerciendo de manera ininterrumpida. Aunque explica que trata de no involucrarse mucho en las construcciones, ya que reconoce que no es su fuerte. Sin embargo, su trabajo amerita que vaya a la obra y puede decir que en varias ocasiones ha sentido desconfianza por parte del personal que trabaja en ella. Los califica como “prejuicios” de quienes entienden que por ser mujer no podría hacer el trabajo esperado.

“Hay arquitectas que se dedican a la construcción. O sea, quizás en la construcción es mucho más marcado. Ya en el mundo de la arquitectura, yo nunca me he sentido menos. O sea, con mi colega a nivel de arquitectura. Una cosa sí me he dado cuenta: encuentro que por el hecho de yo ser arquitecta mujer, siempre me relacionan con el interiorismo. ¡Ah!, tú haces decoración. No, yo hago arquitectura, les digo. Y como complemento trabajo interiorismo, pero yo soy arquitecta. Pero siempre es como que las mujeres que andan en este mundo, es en el diseño interior.

Ni siquiera el diseño interior… dicen decorar. Ya las interioristas requieren de más estudios. Entonces, ya es una profesión mucho más firme. Y participan. O sea, a mí me ha pasado que trabajo con interioristas, en un proyecto, en conjunto, y como la marca entre lo que es arquitectura e interiorismo, hay un momento del trabajo en que tiene que mezclarse y trabajarse en equipo. Por ejemplo, porque antes el interiorismo tenía que ver con cortina, con mobiliario. Pero ahora tiene que ver mucho con terminaciones, con revestimiento, terminaciones a nivel de arquitectura. Entonces ahí se mezcla. O sea, llega un momento en que tenemos que tener un diálogo y entender que, por ejemplo, yo pensé determinada casa con gamas de grises, el interiorismo va a empezar por aquí y va a adoptar esa gama de colores. Y sí entiendo que esa textura rústica puede ir con lo que yo estoy pensando. Entonces ahí empieza un diálogo. O sea, vamos formando equipo”, relata.

“Mira, cuando yo te digo que no me involucro en la construcción. Es que yo no tengo una empresa constructora. Pero imagínate, yo desde el día cero que se marca una casa. Yo la visito. O sea, yo le doy seguimiento a la construcción. Y esa parte da la garantía de que las cosas se están haciendo como yo quisiera. Es un diálogo con el ingeniero desde el día cero. Es parte de mi equipo de trabajo. O sea, cuando yo estoy diseñando una casa, yo quiero que el ingeniero entre, tú sabes, muy temprano. Porque hay herramientas que él me puede dar que yo no las tengo. Y soluciones, inclusive. Pero sí que he visto una evolución fuerte en este sentido”, comenta.

Mariví refiere que la tecnología ha venido a hacer el trabajo mucho más cómodo para todos. Recuerda que los elementos constructivos eran cosas mucho más pesadas. El cemento vaciado era como inminente que se trabajara. No había tanto software para diseñar la parte estructural de las casas. O sea, que tenían que adaptarse a estructuras muy protagonistas en las construcciones. O sea, columna de un tamaño. Porque antes los ingenieros responsables se cuidaban. Pero no tenían lo que hoy tienen, que es la herramienta de los softwares que les calcula lo que un terremoto puede hacerle a una estructura, por ejemplo. Y te puede decir, no, tú tienes que poner la varilla de tanto. Porque sería la manera que, si mañana viene un terremoto de ocho grados, no se te va a caer, dependiendo la altura, dependiendo los cimientos, dependiendo el tipo de terreno.

“Esa ha sido una evolución buenísima. O sea, es algo que vale mucho ahora. Porque ya trabajamos, uno, sabiendo los riesgos o los no riesgos. Y dos, ya con elementos estructurales, que hay muchas variantes. O sea, el acero fuera de aquí sí se usaba, pero aquí nunca pensábamos usar acero como un elemento constructivo. Y mucho menos adaptarlo como un elemento estético; ya que va a ser constructivo, pues también aprovechémoslo como un elemento estético. Y ahora se trabaja muchísimo con acero. Lo que son las losas aligeradas, lo que son las vigas invertidas. O sea, ya hay muchos elementos que a nosotros como arquitectos ya nos van nutriendo y hacen que nuestro diseño sea mucho más flexible.

La tecnología ha sido clave. Hablando ya de elementos de terminación, de la construcción, piso, revestimiento, también un montón. Cuando yo empecé a trabajar, un formato de mármol 40×20 para un piso era base. Después subimos a 40×40 o a 30×30. Ahora resulta que podemos trabajar con tamaño como queramos. Un porcelánico ahora puede llegar a metro y medio por tres metros. ¿Cuándo en la vida un gran formato lo pudimos haber soñado? Ya es así. ¿Cuándo en la vida habíamos pensado que un mármol que ya tiene un costo específico o que no aparece, podíamos tenerlo en un porcelánico igual? De igual manera, la iluminación ha evolucionado muchísimo”, afirma.

Para Mariví, el futuro de la construcción es muy positivo. Entiende que cada día se puede aprender, pues cada día surgen cosas nuevas. Recientemente, acaba de venir de un viaje con unos socios del sector construcción de Santiago. Este viaje consistió en visitar fábricas donde hay materiales de iluminación. Nos comenta que allí su imaginación voló y de eso se trata de mantenerse actualizado.

 Familia 

Casada con el también arquitecto Carlos Jorge, nos comenta que, aunque no tuvo hijos biológicos, tiene uno del matrimonio anterior de su marido al que considera suyo. Lo define como un gran ser humano y profesional. Fue criado entre un padre y una madrasta arquitecta y una madre interiorista, no es de extrañar que también tiene sensibilidad por estos temas.

Aunque ya no vive en el país, la comunicación es excelente. Estudió en Parsons, Design and Management, es el manejo del negocio del diseño. Está en el mundo de la moda, pero desde el lado del negocio.

“Es muy participativo en todo lo que hacemos, muy crítico en todo lo que hacemos. Y te digo, es una fuente de cómo de mantenernos al día. O sea, es una persona que está superactualizada y que como participa en nosotros, participa tanto en nuestra vida, pues, él aprenderá de nosotros, pero nosotros aprendemos muchísimo de él”, comenta.

Entiende que quien se dedica a estas profesiones tiene el deber de alimentarse, actualizarse constantemente. Advierte que es error vivir solo de las experiencias del día a día, de la construcción, de las demandas de un cliente, de la variación de precios de los materiales, o sea, todas esas cosas al final son cosas con las que hay que lidiar, pero, para ella, no alimentan el alma.

Entiende que, si un profesional de esta rama no se alimenta el alma, la ilusión se va perdiendo, lo que le ofrece al cliente no es nuevo, corre el riesgo de ser repetitivo.

“Mi fuente de inspiración es el arte y el diseño, pero yo le ando mucho atrás al arte. Esa es como mi fuente principal y es una actividad que la comparto mucho con mi familia porque tengo esa dicha de que mi hijo es amante del arte, mi esposo también, mi mamá, viajamos a ver ferias juntos, mi hermano y mi cuñada también, entonces hacemos a veces viajes familiares a ferias y es como pasarse por un centro comercial, pero viendo arte el día entero y discutiendo y teorizando.

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