GRUPO PUNTA CANA
Esta edición se engalana con la presencia de don Frank Rainieri, el hombre que, con su visión, hizo posible que este paraíso que hoy conocemos como Punta Cana sea una marca país, sin lugar a dudas, el nombre más conocido de la industria dominicana en el mundo.
Conocer de primera mano la historia que hay detrás de Punta Cana es un privilegio al cual hemos tenido acceso. Amablemente, don Frank Rainieri apartó unos minutos de su apretada agenda para contestar nuestras preguntas y de esta manera hilvanar la historia de aquello que comenzó como un sueño en su cabeza y que hoy es una contundente realidad que nos llena de orgullo a todos los dominicanos. Pero, ¿qué inspiró al entonces joven de apenas 24 años a iniciar este proyecto tan ambicioso y a todas luces, casi imposible para la época? Él mismo responde que desde su llegada a la comunidad de Yauya, pudo apreciar la belleza del lugar, cientos de palmas de coco, y los colores del mar y la arena blanca. “Literalmente me enamoré”, dice sin reparos. Comenta que, a esa edad es natural enamorarse con pasión, pero sin conocimiento y sin dinero. Sin embargo, esto no fue óbice para poner a volar su imaginación y poner manos a la obra en un desarrollo turístico, residencial y hotelero. En un inicio el proyecto se llamaba Compañía de Desarrollo Turístico, Residencial e Industrial S.A. (CODETREISA). Esta fue la génesis que gestó lo que hoy disfrutamos y por lo cual muchas personas conocen que hay un país en el mundo llamado República Dominicana. A las ilusiones y sueños que pululaban en su interior, hubo que ponerle empeño y mucho trabajo para materializar lo que su grupo ha logrado. “La gente a veces no tiene idea u olvida lo que realmente era esto. Primero que todo, no había vía de acceso o infraestructura.
Desde la Cruz del Isleño hasta Juanillo vivían 52 familias, no había ni personal, Tuve que traer personal para construir el primer hotelito, las primeras cabañas, y contactar personas de la capital. Los primeros camareros vinieron de la Otra Banda, literalmente no había nada. Pero no había cómo llevarlo tampoco, porque no había carretera. La primera patana de blocks que trajimos tomó 48 horas para llegar de Macao a Punta Cana”, recuerda con nostalgia. Fueron muchas las situaciones que se presentaron. Sin embargo, Rainieri comenta que siempre ha tratado de no ver las situaciones como problemas ya que, si se aprecian de esta manera, nunca se podrá avanzar. Eran tantas las situaciones que debían sortear que incluso el gobierno de turno no estaba a su favor; al país no le interesaba el turismo en esta zona. Sin embargo, recuerda que contó con el apoyo de dos higüeyanos, que le veían como un muchacho soñador, trabajador y con ilusión.
No es extraño imaginar que las condiciones eran precarias. Don Frank recuerda que su primer viaje de Higüey a Punta Cana le tomó 6 horas en un jeep y 6 horas de vuelta, y no había donde dormir. No obstante, esto no amilanó al empresario. “Por eso nos convertimos en creativos, hicimos la primera escuelita, el primer acueducto, el primer hotel, y compramos un buldócer para hacer el camino más transitable. Alquilamos un grader para que, en vez de 6 horas, se redujera a 4 horas y después a 2 horas y media, desde Higüey hasta Punta Cana. El hombre lo que tiene que ver es que estos son retos, y que los retos crean oportunidades. Si se dejan amedrentar por la palabra obstáculos, nunca avanzarán”, recomienda.
Este empeño fue, justamente, el necesario para poder trascender. Para poder pasar de un lugar desconocido en el mundo, donde solo había dos aventureros, él y su socio Ted Kheel, hasta convertirse en el nombre más conocido de la industria dominicana en el mundo. “Creo que con eso ya se puede decir todo. Uno va a cualquier lugar del mundo, y en lugares como Madrid, Hamburgo o Alaska encuentras nombres de establecimientos asociados con Punta Cana. Un nombre que no existía en 1970 y hoy es una marca país”, dice con orgullo. No es para menos, pues Grupo Puntacana ha logrado que el efecto dominó de la empresa se multiplique en muchas partes de la región, y de esa forma se convierta en ejemplo, no solo para el país, sino para todo el Caribe, Centroamérica y América Latina. “Iniciamos con la primera compañía eléctrica en Punta Cana. Hoy, entre el Consorcio Energético Punta Cana Macao (CEPM) y la Corporación Turística de Servicios Punta Cana (CTSPC), la electricidad es privada y eficiente. También desarrollamos el primer acueducto. Hicimos los primeros caminos y las primeras carreteras; esos son logros que se han alcanzado uniendo a la gente.
El mayor éxito de Grupo Puntacana es haber sido el líder de la unión del sector privado para hacer grandes cambios en la zona. Lo hicimos con el aeropuerto. Nadie creía en el aeropuerto. Nació como un sueño. Aunque sea de manejo privado, existe para servir a la comunidad, a los turistas, pasajeros y visitantes, y a toda la sociedad”, argumenta. La evolución ha sido una de sus filosofías. “Cuando nosotros comenzamos no existía hablar del todo incluido, y luego evolucionamos al mercado de lujo. Hay que ir evolucionando. Es algo importante del sector. Cuando comparamos los hoteles de los años 80’s o lo que funcionaba hace 20 años, no es lo mismo en cuanto a las expectativas de los huéspedes el día de hoy. El que se quedó en el pasado fracasó. Eso nos obliga a grandes cambios y reformas enormes. Prácticamente a reconstruir”, afirma. Lo que quiere decir que no solo es llegar, sino también saber mantenerse para poder ofrecer un servicio de calidad adaptado a los nuevos tiempos.
Conservación ambiental
El desarrollo sostenible de este paraíso era una prioridad para don Frank. Nunca estuvo en discusión, ya que reconoce la importancia de un desarrollo sostenido y sostenible. Se tomaron acciones para pasar de los deseos a los hechos. Una de ellas fue, precisamente, construir con baja densidad para preservar la naturaleza. Cuando construyeron el Club Med y Puntacana Yacht Club lo limitaron a 18 metros de altura, para que no sobrepasara el tamaño de las palmas de coco, y de 35 – 40 habitaciones por hectárea para que fuera de baja densidad.
“Se logró que se construyeran casi 50 mil habitaciones cumpliendo con esa norma. Creo que el que es empresario tiene una visión de desarrollo en el tiempo, pero el mercantilista lo que quiere es ganar rápido. Lo importante es no violentar las cosas, sino velar por aquellas que deben preservarse en el tiempo”, recuerda. Entiende que las regulaciones de construcción tienen que ser reforzadas, de manera que estén muy claras las leyes de construcción y planificación urbana, y que los procesos cuenten con planta de tratamiento y sistemas de agua potable. Está convencido de que debe haber una colaboración del gobierno, la municipalidad y el apoyo empresarial.
Efectos de la pandemia
La parálisis mundial fruto de la pandemia de la Covid-19 representó un duro golpe para el turismo y para todos los sectores en sentido general. Pero también fue una oportunidad para dar respuesta al entorno a través del Plan La Altagracia, una acción de responsabilidad social empresarial que lideró el grupo Puntacana desde el 1ro. de abril de 2020. Esta iniciativa permitió implementar estrategias buscando soluciones al múltiple impacto generado por la pandemia y de esta manera ayudar a las comunidades más vulnerables de Higüey, Bávaro y Verón en la provincia La Altagracia.
“Las acciones incluyeron la donación de 10 mil raciones alimenticias, proveyendo alimentos a 7,500 personas cada semana; donación de 45,000 mascarillas en las intersecciones más concurridas de Bávaro-Punta Cana y en las comunidades de Higüey y Verón, implementación del programa médico comunitario AYUDA.DO, así como la facilitación de las instalaciones del Aeropuerto Internacional de Punta Cana (PUJ) para las jornadas de vacunación y coordinación logística para lograr la inoculación de 160,361 personas en la provincia”, argumenta. A nivel turístico, reconoce que pudieron responder rápidamente, ya que La Altagracia fue la provincia que tuvo el índice de vacunación más alto en un tiempo reducido. Luego de la apertura de fronteras, el aeropuerto reanudó sus operaciones y se pusieron en marcha el resto de las unidades de negocios. Todo un reto al cual se adaptaron y nueva vez crearon soluciones ante la realidad que imperaba en esos días.
Unidad en la zona
Reza un adagio que, si quieres llegar rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado. Es por esto que la unidad entre los hoteleros de la zona ha sido clave, de igual manera en el desarrollo de la región. “La colaboración entre los hoteleros ha sido estrecha a través de las décadas. Inicialmente éramos 4 o 5 empresarios a nivel de asociación, no llegábamos a 1,000 habitaciones hoteleras. Eventualmente, fuimos desarrollando la Asociación de Hoteles en la Zona. Después, fuimos haciendo los caminos para colaborar en la creación de los caminos. Teníamos que asfaltarlos precisamente porque eso iba a beneficiarnos a todos. Creo que los autobuses apenas podían pasar uno a la vez, pero siempre tuvimos fe y observábamos que íbamos avanzando. Hemos tenido mucha voluntad y esfuerzo colaborativo.
Ha habido una unión muy importante a través de las décadas entre los dueños de los hoteles para trabajar y hacer cosas juntos. Siento que el sector de construcción en la zona puede poner reglas más claras y estándares más fuertes para mantener la calidad. Ya a nadie se le ocurre pensar que el turismo no es algo importante. Esta es la zona que maneja más del 60% del turismo en el país”, establece.
Aeropuerto de Punta Cana
El aeropuerto de Punta Cana es otro hito en la historia no solo del país sino de toda la región y, Es la puerta de entrada para millones de turistas. Logró el récord de 8 millones en movimiento de pasajeros, convirtiéndose en el primer aeropuerto del país en alcanzar esta cifra, evidenciando el crecimiento de la industria turística dominicana. Recientemente inauguraron la expansión de la Terminal B con una inversión de más de USD 90 millones de dólares, y permite movilizar 5 mil pasajeros por hora y 4 millones de pasajeros al año. Este proyecto tiene una extensión de unos 35 mil m² y cuenta con siete puertas de embarque y siete puentes aéreos.
Se proyecta que, con esta adición de la Terminal B, el aeropuerto sobrepasará los 11 millones de pasajeros anualmente, permitiendo satisfacer el aumento de la demanda prevista en la zona de 14 mil nuevas habitaciones hoteleras en los próximos años. “Esto nos coloca en un nivel privilegiado como aeropuerto en el Caribe y Centroamérica”, nos cuenta don Frank. Otras unidades de negocios también se expandirán. Reconoce que los planes de expansión más ambiciosos corresponden a la nueva generación. Sin embargo, menciona la expansión del Punta Cana Free Trade Zone, así como nuevos hoteles en Uvero Alto y Puntacana Resort, nuevos restaurantes, y también la inversión de un proyecto de generación energética solar, que generará más del 50% de la energía consumida en la comunidad de Punta Cana, contribuyendo al desarrollo de un destino más sostenible. “En todo queremos seguir innovando”, puntualiza. No podíamos culminar esta entrevista sin pedirle que respondiera a la pregunta de qué pasa por su mente cuando mira hacia atrás y puede hacer una retrospectiva de lo acontecido, quizás buscando recomendaciones o sabios consejos de este gran dominicano. Responde de la siguiente manera: “ Lo primero es que nunca se puede perder la esperanza. El hombre que no es optimista va a tropezar desde que dé el primer paso. El optimismo con los pies en la tierra es todo. Hay que comprender que la vida no es un lecho de rosas, que hay que trabajar, perseverar e insistir. Todo toma tiempo. Nada se logra en un momento. Todo tiene su tiempo. Me preocupa el inmediatismo de las nuevas generaciones. La vida es un proceso de aprendizaje continuo, de perseverancia y de visión, porque constantemente hay que irse adaptando a las nuevas cosas. Invito a la nueva generación a ser optimista, con los pies en la tierra, sabiendo que, para tener éxito, es necesario mucho esfuerzo y sacrificio. Las cosas se logran con esfuerzo, trabajo y perseverancia”, argumenta. No hay más nada que agregar.